4 mar 2012

MAITREYA

Por Alejandro Cerff

1. Soledad

Esta ciudad está tan llena de vida, como de muerte. Está inundada de arte y alienación, es tan divertida como aburrida, los días pasan como si todo fuera igual una y otra vez, sin que nada cambie. Es normal escuchar en las noticias que alguien ha muerto acuchillado en la esquina de alguna plaza, que han violado a niñas de 4 años, que un hombre ha matado a su esposa y a sus hijos por desesperación. Todas estas cosas son normales en una ciudad como esta, donde la gente es ligeramente impasible a la mayoría de las cosas. Un paceño se caracteriza por tres cosas: su leve indiferencia a su entorno, su interés neto en las cosas personales, y la envidia que tiene hacia lo material y/o abstracto (sentimientos, amor, amistad, etc.).

Cada día pasa delante de mis ojos casi ídem al día anterior. Hoy en día existe tan poca gente sorprendente y no solo aquí si no en el mundo, es como si nos hubieran puesto unos lentes que nos fuerzan a ver el mundo igual. Cuando digo sorprendente hablo de gente rara, loca, directa, sincera, muy cuidadosa y extremadamente mentirosa. Me llamo Kentaro, soy un chico de estatura media, tez blanca, cabello negro algo ondulado, contextura física normal, uso lentes con muy alto aumento, mis ojos son cafés claros. Mis ojos tenían ese brillo de la curiosidad normal en todos pero lo he perdido ya hace tiempo. Bueno a simple vista podría pasar como un chico normal que es algo tímido, que no habla mucho pero que sabe que decir. Muchos que me llegaron a conocer bien, podrían decir que soy un tipo raro, muy predictivo, divertido, imaginativo, creativo, inteligente, culto, y ellos me llamarían normal porque a los que puedo llamar mis amigos son tan raros como yo. Aunque no hablare ahora sobre mi personalidad, o como yo la veo, o como la ven algunas personas que podrían decir que me quieren.

Una gran verdad es que no me gusta la gente. Para nada. La detesto, pero usualmente no me causa mayor problema convivir con ellos, puedo asimilar su entorno y convertirlo mío, de esa manera sobrellevo todos mis días. Me aburro muy rápido de las cosas y, como habrán podido notar, debería sentirme solo, pero yo no lo veo así, me gusta esta soledad, me siento cómodo en ella. Puedo entrar y salir de ella muy fácil. Algo que jamás he tenido son vicios y creo que jamás los tendré. Me aburro demasiado rápido de las cosas. Para mí cambiar de rutina es así, hacer lo que sea por más de 3 días lo vuelve normal. Por lo que también se puede deducir que no me he enamorado hasta ahora, y lo cierto es que no podría llevar una relación de ese tipo por más de 4 meses, aunque siempre me he preguntado que se sentirá ser amado de verdad, y sinceramente sé que es algo que nunca sabré. No creo que exista alguien que me ame tal como soy. Y analizándolo fríamente eso es bueno y malo: bueno porque no tendré la necesidad de responderle ese sentimiento a nadie y malo porque dicen que el amor te da felicidad y me gustaría probar algo de eso.

Aún ahora mismo, haciendo hora para mis clases de francés, sentado en esta vitrina externa, viendo hacia la esquina Fernando Guachalla y 20 de Octubre, prefiero leer un libro que ver a toda esa gente que la verdad me enferma. Todos tenemos secretos que no podemos contar a nadie, y sí digo todos sin excepción alguna. Y esta es una razón por la que me enferma tanto la gente, porque yo puedo ver un lado de ellos que muy pocas personas pueden, unos lo llamarían aura, otros espíritu, energía y tantas denominaciones que hay para ese “Halo” que cubre el cuerpo de todos. Si los ojos son la ventana del alma, la aura es la esencia de las personas, y en realidad ese esencia es muy difícil de distorsionar pero no imposible, y los hombres de hoy en día se las han arreglado para contaminar casi por completo su esencia, llevando pensamientos, ideas e ideales tan innecesarios.

La mayoría de los que aun podríamos llamar limpios, puros o como ustedes quieran, son esas personas sorprendentes, y aunque no lo crean un asesino pertenece a este grupo de personas, como también un fanático religioso, o un total desinteresado de la realidad, o un genio de las matemáticas, o una persona totalmente sincera, o un loco, y aun en una ciudad tan grande como La Paz las personas de ese tipo son contadas. Pero allí no acaba mi secreto. Al poder ver el aura de los demás podemos entender mejor la nuestra, manipularla y crear cosas con ella porque básicamente es materia que obedece a nuestros estímulos, es tan parte de nosotros que su naturaleza es totalmente compatible con nosotros, dando lugar a distintas naturalezas y comportamiento de la misma.

Pero ahora hablando fríamente ¿De qué me sirve tener esto, si nadie más lo entendería? ¿De qué si no podría mostrárselo o hablarle de esto a alguien sin que piense que estoy loco? La verdad no me sirve de nada, excepto para satisfacer algunos caprichos que tengo. Como dije antes el aura se acopla perfectamente con su usuario, y algo en lo que siempre he sido muy hábil es el dibujo y las manualidades. Curioseando, experimentando y cometiendo errores he descubierto que mi aura me da la capacidad de materializar algunas cosas: un lápiz, una goma, un foco. Obviamente todo tiene un límite, por ejemplo no soy capaz de materializar una computadora máximo podría materializar el case, y eso es porque para poder materializar algo se necesita tener un gran conocimiento y una imaginación sin límites para poder entender completamente la función, la estructura y los procesos de cada cosa a materializar. Y, como dije, eso me va excelentemente a mí pues no tengo sueños, ni ideales, ni nada. Si algo quiero de verdad es poder conocerlo todo y eso simplemente para poder materializarlo todo. Ese es mi simple deseo.

Pero aun no me serviría de nada. No tengo a nadie con quien compartirlo, es como si de verdad este poder no existiera, es simplemente basura. Me arrepiento de haber accedido a tomar este curso de francés con mi hermano, no era nada necesario, pero es más me arrepiento de haber llegado 1 hora antes, y aun perdiendo el tiempo divagando en mi mente, no ha pasado ni 27 minutos. Acabo de revisar mi reloj y solo pasaron 25 minutos, casi le acierto esta vez. Bueno supongo que un paseo se llevara más tiempo y la plaza Avaroa no está lejos. Ese lugar es más cómodo que este, por lo menos podre ver el cielo sin que me miren raro.

Adoro el cielo, desearía ser una nube sin problemas, sin intereses, sin tener que vivir así y solo dejarme llevar por el viento. Me pregunto que se sentirá dejarte llevar y hacerlo todo sin pensar, sin analizar las cosas. Creo que eso también es algo imposible para mí, supongo que nada cambiará en un tiempo, debería ser feliz solo sabiendo eso, pero me es imposible porque no sé que es la felicidad, aunque eso no tenga importancia ahora. De pronto empecé a observar a dos personas que se disponían a pelear, eran altos de pelo rubio, uno lo llevaba corto y el otro largo discutían amenamente, y me entretuve mucho observando aquella escena. Para cualquiera de los dos no existía el entorno a su alrededor, eran su puño y el puño del otro. Viendo más detalladamente, ellos eran el tipo de personas que yo llamaría sorprendentes, uno llevaba un aura de color azul intenso como el mar, y el otro de un rojo sangre, ambas brillaban a la luz del sol del atardecer ¡Qué escena más especial! Decidí quedarme allí, aun sabiendo que llegaría algo tarde a mis clases. Se notaba que ellos eran totalmente opuestos, y me acerque un poco más, mi teoría era que eran hermanos pero era más que eso, ellos eran gemelos y, de la nada, sentí como si un rayo me penetrara desde los pies hasta la punta de mi cabeza, no lo podía creer ellos sabían manipular su aura, y estaban empezando a usar sus habilidades. De pronto un árbol golpeó al de pelo corto y este mismo uso parte del piso para liberarse y contraatacar, la situación se tornaba peligrosa y decidí que era mejor que interviniera, así que simplemente hice que mi aura se moviera como una bandera flameando para llamar su atención, apenas la vieron y salieron corriendo, mirándome de una manera como nadie lo había hecho jamás. Me quedé seco ahí mismo, no sabía si ir tras ellos o quedarme como si no hubiera pasado nada. Opté por ir a mi clase, muy pensativo y feliz de haber visto a tales personas con tal experiencia, fue fantástico. Siendo sincero nada más me importaba en ese momento, pero ese mi sentimiento duró poco. Apenas cruce el portal del curso y no pude apartar mi vista de esa chica. Ella desbordaba un aura tan perfecta que no tengo palabras para explicarlo. Ella era ese tipo de personas en las que ya no creía, era algo más que sorprendente. Su aura se movía con tanta gracia y, por primera vez, podía llamar a alguien hermosa. Estaba tan perplejo que ni alcance a decir hola. Es la primera vez que siento que quiero acercarme a alguien, que quiero que forme parte de mí, y que quiero formar parte de ella. Si esto es amor, estoy enamorado y si no lo es, ojala sea felicidad, se siente tan bien. Ese mismo día me propuse a averiguar su nombre, y puedo decir que aunque me sentía solo, ella es la primera que no me hace sentirme solo.

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