24 mar 2012

SOMBRAS CHINAS

Por Oscar Martínez


La Leny decía cosas totalmente disparatadas y absurdas. Por momentos, parecía que estaba lamiendo el teléfono y se ponía a gemir y a dar grititos de placer, así que imaginé lo que sucedía y sospeché el motivo de su llamada. Lo imaginé por el día (era martes) y lo sospeché por la hora (las 3 de la tarde).

Todos en La Batería, sabíamos la rutina del hijo de puta del Gordo Méndez. Los jueves el Gordo se iba a San Justo y entre hacer sus “negocios” se pasaba chupando todo el fin de semana hasta el lunes en la noche. Los martes en la mañana llegaba a la ciudad y lo primero que hacía era llamarle a la Leny para darle “merca” a cambio de poder tirársela hasta la 1 o 2 de la tarde, hora en la que se iba a almorzar con su madre que lo creía un gran empresario y le cocinaba pollo con arroz, papas fritas y ensalada rusa, que era la comida favorita del Gordo.

A pesar de que lo negaba siempre que podía y hasta se enojaba -poniéndose más violento de lo acostumbrado- ante la sola insinuación de la posibilidad, para nadie era un secreto que el Gordo Mendez estaba enamorado de la Leny. De otra manera, cómo explicar que cuando llegaban chicas nuevas a La Batería, si bien se las tiraba, las corrompía y luego andaba diciendo que son unas putas y unas cojudas -como hacía con absolutamente todas las chicas que tenían la desgracia de andar con nosotros-no andaba buscándolas una y otra vez, y menos aún les regalaba un bretesito. Si, aunque chillaba y decía que odiaba a las mujeres, el Gordo andaba enamorado de la Leny y esa era la cruz dentro de lo que él creía la perfección de su vida.

Sacadas estas conclusiones y juzgando los tonos excitados y sexuales de la Leny, me dije a mí mismo “Esta loca esta re pasada y por eso me ha llamado diciéndome un montón de cosas locas, como eso de que quiere sentirme adentro de ella y que le chupe y le muerda las tetas hasta cansarme” Así que ante la insistencia de que vaya a su casa y con la seguridad de que esperaba un tire memorable, le dije “Me amarro las gambas y voy”. Antes de colgar el teléfono, seguí escuchando sus jadeos y una que otra boludez que salía de su boca y empece a sentir un cosquilleo bien rico en la parte baja del estómago.

Mientras buscaba mis zapatos en el gaseoso desorden de mi cuarto, me puse a pensar que nunca he sido bueno inventando excusas, o mejor dicho, siempre he sido lento inventando excusas. Por ejemplo, después de colgar el teléfono pude haber dicho muchas cosas para no ir a su casa o simplemente colgarle, evitando de esta manera que el Gordo se vaya a enterar algún día y después ande amenazándome de muerte y otras cosas peores. Pero también pensé que no puedo ser un hipócrita mentiroso, ya que la llamada me alegró y de hecho fui porque estaba feliz, arrecho y emocionado.
Después, pensé que finalmente a mí que me importaba que el infeliz del Gordo se entere, ya que después de todo, la Leny estaba bien buena y a mí me gustaba ella y no digo que me gustaba sólo físicamente, porque lo que más me gustaba de ella, eran sus boludeces extremas, como eso de creerse bruja, médium y vidente y más aún, me encantaba que me diga cosas sucias y excitantes.

Cuando no la conocía muy bien, yo decía: “Uhh la Leny si que está bien buena” y los chicos de La Batería -que por miedo al Gordo nunca hablaban de ella- me decían que si creía que la Leny estaba buena hoy en día, lo que hubiese dicho de haberla conocido hace un par de años, antes de que la Leny le entre a la base sin medida ni clemencia.

Todos coincidían en que la Leny tenía un culo hermoso, bien proporcionado y redondito; con una cintura bien angosta, por lo cual la definición más acertada era que su culo parecía un corazón al revés. De sus tetas decían que estas tenían el tamaño de un par de toronjas y que eran bien firmes y pecosas. Después de emocionarse diciendo como era la Leny, todos al mismo tiempo asumían un aire sombrío y decían que si ahora la pobre Leny parecía un bodoque fofo y gomoso, era por culpa del Gordo Méndez que la había dejado hecha una ruina.

Cuando estábamos solos, mi amigo el Huesito me repetía una y otra vez: “a la Leny se le han chorreado el culo y las tetas por culpa de ese cabrón del Gordo y si se le ha chorreado todo, es porque justamente ese hijo de puta le da sin cariño, como si fuese ajeno le da a la pobre Leny”. El Huesito también decía que el Gordo Mendez era como Atila el rey de los Hunos “que donde pisa ese cojudo, ya no crece yerba” y cuando decía todo eso parecía que le daba pena la Leny y que odiaba al Gordo, aunque cuando este andaba cerca, se encargaba de hablar bien de él. Mi buen amigo Huesito, flaco, alto, ojeroso y con el cigarrillo en la mano por la eternidad. Le decían Huesito por lo flaco y lo pálido. En la Batería todos le tenían terror al Gordo Méndez y se cuidaban de no hablar mal de él y obviamente, yo también lo hacía.
Cuando estaba peinándome frente al espejo, me llegó tardíamente el miedo al Gordo, que disipó de un soplido todas las imágenes que tenía en la cabeza de la Leny revolcándose conmigo, sustituyéndolas por otras donde el Gordo me revolcaba a patadas en el suelo. Me paré frente a la ventana para pensar en alguna excusa. Después de todo, la Leny estaba más que drogada y de repente ni cuenta se daría si le decía que tenía que ir a la Luna a comprar pan para mi vieja. Podía decir cualquier cosa, pero el problema es que yo quería ir y tirármela, pero más que todo, quería ir y tenía que ir porque la Lenny era una bruja que todo lo veía y todo lo sabía. Sí, eso era, en realidad le tenía miedo a la Lenny que todo lo veía y todo lo sabía, siempre.

Tomando en cuenta que su casa estaba cerca y que podía llegar en diez minutos si caminaba lentamente y cinco minutos si iba corriendo, vi que no había por qué apurarse tanto, así que aproveché que no había nadie en mi casa para fumar un porrito. Hice memoria para recordar donde había dejado escondida la yerba. Me esforcé mucho, ya que mi pobre memoria en la actualidad, no era más que una pelota que rebotaba de día en día, de hora en hora y de año en año a su regalado antojo. A veces, sólo a veces, me daba pena eso de que mi memoria sea una pelota que va de aquí para allá, agrandando y disminuyendo mis recuerdos o llevándolos de arriba a abajo como le venía en gana. Me daba pena porque nunca más sería el chico prodigio que recitaba la tabla de combinaciones algorítmicas de Kepler, ni las capitales de todos los países del mundo, con sus principales exportaciones, Producto Interno Bruto y cantidad de habitantes por Kilómetro cuadrado. Ya nunca más sería la estrella de las horas cívicas o de algún auditorio imaginario que premie con ovaciones mi memoria prodigiosa.

En todo caso, olvidarse donde estaba la yerba estaba bien, sobre todo porque me había prometido dejar de fumar a cualquier hora del día, no porque me sienta culpable, sino, porque me olvidaba de cosas tan importantes como las excusas para evitar a la casa de la Lenny.

Busqué la yerba en los lugares de siempre, en esos que te dices “aquí lo escondo, total, que nunca me voy a olvidar y nadie va a buscar aquí” pero al final son tantos lugares así, que te terminas olvidando de todos modos y no hay nadie en el mundo que venga en tu auxilio. La única forma de sortear esa tarde con éxito, era fumarse un porrito y tranquilizarse. Después de deshacer mi cuarto, encontré una carta que le había escrito a la Leny hace ya tiempo. La cantidad de huevadas que uno puede llegar decir cuando se cree enamorado. A veces, uno no se parece al de las cartas que escribe. Es como escucharse en una grabación y mientras se escucha uno siempre piensa, pero… ¿esa es mi voz? No es la voz que escucho en mi cabeza. Pero lo malo es que la carta estaba ahí, con la respuesta escrita por la psicópata de la Leny con lápiz rojo.

Cuanto tiempo habré estado sentado en la cama acordándome del día que le he dado esa carta. Claro, en ese tiempo no sabía que ella estaba loca y no sabía que el mundo era demasiado pequeño para los dos. Antes de darle la carta, me acordé que ese día también había pensado que la única forma de sortear ese momento, era fumándose un porrito, y que casualmente, en ese entonces también había olvidado donde deje la yerba porque me había prometido dejar de fumar, pero la gran diferencia es que en ese entonces si sentía culpa y pensaba de mi mismo que era un asqueroso drogadicto. Ahora era diferente, ahora me olvidaba porque mi memoria es una pelota que viene y que va, que agranda y achica, que aparece y desaparece, que me sube y me baja a su regalado antojo.

Lo último de marimba que me quedaba, estaba escondida dentro del estuche de un casete de “Naughty by Nature” que estaba mimetizada en la policromática multitud de cintas prehistóricas que guardaba en una vieja caja de zapatos Manaco. Al encontrarla, vi que no era tanta como deseaba y esperaba. Recordé que antes, cuando tostaba seguido, agarraba la marimba y le decía por su nombre: “María” y mientras le sacaba las semillas y la aplastaba (cariñosamente) con mi dedo pulgar, sentía su olor y le hablaba, le contaba cosas que me quería acordar o que me quería olvidar y al fumarla parecía responderme y acariciarme dándome paz, sosiego y una alegría suavita, casi como estar tirado en el pasto tomando un sol tibio de primavera, escuchando el tranquilo paso del río y la armonía de su estruendo arrastrando piedras y la María era un lugar, un lugar maravilloso. Ahora no, ahora la María estaba gris y triste, y yo lejos, lejos del espíritu, lejos del pasto y el sol de primavera, lejos de la armonía y lo peor de todo, lejos de mi. Por esta tarde sólo quería que ir donde la Leny sea más leve, que sea un poco mejor.

Cuantas cosas uno se pone a pensar en tan poco tiempo. En eso también pensaba: en tantas cosas que uno se pone a pensar en tan poco tiempo. También pensaba que habían pasado tantos años desde la última vez que escuché a Naughty By Nature, que quise poner una canción del casete a todo volumen, pero mientras la cinta retrocedía, me entretuve haciendo una pipa con el papel estañado de los cigarrillos que fumaba la vieja y mientras hacía la pipa, vi el cajón de zapatos dónde estaban los casetes y me puse a pensar que habían pasado tantos años desde la última vez que había usado zapatos Manaco, hasta que el sordo sonido de la cinta atascada en la casetera me despabiló trayéndome de vuelta a la realidad.

Abrí la ventana de mi cuarto de par en par, encendí la pipa y me quedé mirando el silencioso transcurrir de la tarde. En el fondo, la vieja cancha de futbol estaba casi vacía, sólo tres niños intentaban jugar futbol corriendo e insultándose. No sé por qué, de un momento a otro, comencé a sentir tristeza por ellos. Tristeza porque un día, inevitablemente crecerían y, quién sabe, desearán vivir en otro barrio más caliente, donde el sol dure más y el viento helado de la cumbre no asome nunca a comerles los huesos.

No se puede evitar, no. Varios días crecerán hasta más no poder y quién sabe desearán una casa hecha de ladrillo visto muy bien barnizado, atravesadas con elegantes vigas de madera preciosa, amoblada con mesas de cristal de roca, además de un sinfín de antigüedades extravagantes y otros artefactos curiosos en ambientes de psicodélicos colores pastel de los años sesenta, con un par de autos oscuros en el garaje y un perro con pedigree que se llame Babsy al cual haya que sacar a pasear en las noches y llevar cada dos domingos a una peluquería para perros. Si, quizá desearán una vida muy Kitsch, como la deseaba yo. Mientras tanto, estarán allá, condenados a crecer en la cancha donde el viento también juega haciendo remolinos con la basura del barrio. Ahora ya sabía por qué sentía tristeza. Tal vez sólo era yo que quería que el sol dure más y el viento helado de la cumbre no asome nunca a comerme los huesos. O tal vez sólo era que yo, que nunca quise crecer y ser esto que llamo yo.

El teléfono volvió a sonar, cerré la ventana y cogí una chaqueta abrigada porque el cielo estaba nublado y era claro que en cualquier momento llovería.
Leny, quisiera saber la letra de esa canción: “Y no llores más muchacha, corazón de tiza” Siento que esa canción sería buena para ti ahora estas tirada y sangrando por todas partes. Ahora que el Gordo te está comiendo las entrañas y no sé si estás viva o muerta, en eso pienso ahora, si viva estás muerta porque odias este mundo, o si estando muerta estas viva porque has dejado este mundo de mierda. Pienso dejar de pensar y en eso escucho los asquerosos alaridos del Gordo Méndez que se sacude y tiembla encima de vos. Tanta sangre y vos haciéndote a la que lo disfrutas. Aunque te mueves y gimes, aunque haces burbujas de sangre con tu nariz y el gordo te besa las tetas yo te sé muerta, lejos de todo, de mí también.
20 mar 2012

HOMENAJE (Con todo respeto)

Por Miguel Ángel Paredes



Hoy, 13 de marzo, es el cumpleaños de Marcelo Quiroga Santa Cruz y de Julio Cesar Paredes Ruiz, grandes personajes bolivianos que influenciaron mucho la época que vivieron y se consagraron a una lucha, cada cual a su modo ¿quiénes eran estos dos bolivianos?

Marcelo Quiroga Santa Cruz, nació en Cochabamba, Bolivia, el 13 de marzo de 1931, y fue un reconocido docente universitario, escritor y político perteneciente al partido socialista. Fue diputado y ministro de Minas y Petróleo (1969), cargo desde el que promovió la nacionalización de compañías extranjeras.

Marchó al exilio al producirse en Bolivia el golpe militar que derrocó a Luis Adolfo Siles Salinas y residió en Argentina, Chile y México donde trabajó como profesor en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fundó el Partido Socialista en 1971. Luego de iniciar el un juicio de responsabilidades al dictador Hugo Banzer en el parlamento, logró un 4to puesto en las elecciones nacionales y el año 1980 en el golpe de estado de los militares García Meza y Arce Gómez, atraparon al líder del partido socialista, y luego de torturarlo ferozmente, terminaron por asesinarlo el 17 de julio de 1980.

Como escritor, su principal obra, Los deshabitados (1957), fue un ejemplo de la novela social más significativa de la literatura contemporánea boliviana. El otro aporte literario fue Otra vez marzo, ambos publicados en 1990. Además de escritor fue cineasta y periodista. Su única incursión en el séptimo arte fue la realización del corto El combate.

Los restos de Marcelo Quiroga Santa Cruz desaparecieron al igual que la fe de las personas en los gobiernos militares. Aún en la actualidad es un misterio el paradero del cadáver del héroe boliviano. Existe un centro “Memorial” salon auditorio, construido en el parque Urbano Central de La Paz, (lado del Laikakota) donde se levanta una estatua en su homenaje y espera ser desde ahora, un centro de actividades culturales, sociopoliticas, intelectuales y de formación, en honor a su labor en vida. Actividades que serán desarrolladas, en espera de la aparición de sus restos mortales ocultados por la dictadura.

Por su parte, Julio Cesar Paredes Ruiz, nació en La Paz el 13 de Marzo de 1953. Intelectual, sociólogo, cantautor y poeta. Si bien su labor de Gestor Cultural y comunicador en los últimos años, Julio Cesar Paredes; nieto de insignes bolivianos como Manuel Rigoberto paredes(folclorólogo) y Alberto Ruiz L ( músico-compositor), ha desarrollado una labor propia digna de ser recordada.

Julio Cesar fue un referente importante la década de los 70 y 80s, en la poesía y música nacional, ya que fue integrante de Coral 13 (de Cesar Espada), fundador del grupo “Lyra Incaica” en su segunda época (continuando la de su abuelo Alberto Ruiz), la década de los 70s instauró la música folklórica como algo más allá de lo recreativo criollo, poniéndole poesía al alcance de una clase media que no apreciaba mucho el acervo propio musical, por considerarse algo de “baja clase social”. La labor de hormiga de Lira Incaica a la cabeza de Julio Cesar Paredes, logró vestir de gala al folklore en peñas como “Naira” (junto a los Jairas, Ernesto Cavour) “Los Escudos”, “Kory Tika” (junto a Carlos Palenque y Pepe Murillo). Posteriormente esa tarea se quedó en manos de los Jkarkas , Los Quechuas y otros que levantaron la cabeza de la música nuestra.

El Mismo Julio Cesar, fundó luego el grupo “Savia Andina” junto a Eddy Navia, Alcides Mejía y Oscar Castro, completando esa tarea de elevar a rango de embajada diplomática a la música nacional con contenido.

Pero mis recuerdos de niñez y adolescencia, son los años 70 junto a Julio Cesar con el instrumento al hombro, escenario tras escenario, rompiendo mitos y tabues, poniéndole poesía a la hermosa música boliviana; pero además haciendo la “musica de propuesta” (no de protesta) aquella latinoamericana que vino desde Argentina, Cuba, Brasil o Nicaragua. Proponiendo al ser humano como tal, divulgando sentimientos y no solo conocimientos. Rescatando valores y no materiales. Ese es el gran merito.

Es ahí donde ví juntarse a estos dos cumpleañeros del 13 de marzo; a Marcelo Quiroga y Julio Cesar Paredes. En las jornadas del PS1 para proclamar a Marcelo Quiroga (y su hermosa compañera Cristina) en los barrios de mi ciudad como candidato. Actos clandestinos y populares en el año 79, llenos de los grandes discursos de Marcelo, con Julio Cesar de “telonero” con su guitarra (ademas de mi bombo) y su humilde canto. Esos actos de masas que esperaban las palabras de Marcelo Quiroga Santa Cruz; gente que nos escuchaba cantarle a las injusticias, defendiendo los ideales y con el constante miedo (en esa época) que luego del acto ser perseguidos, apresados y torturados. Meses mas tarde en julio de 1980, Marcelo era asesinado y Julio Cesar exilado.

Mi admiración era a ambos “marcianos” (nacidos en marzo) ambos con sueños de un mejor país y del cambio “sin traiciones ni oscuros negociados” (como decía Marcelo) o como dice Julio: “Morir cantando en un escenario”. Ya pocos tienen esa mística. Hoy, la mayoría de los “revolucionarios”, se ha acomodado en algún cargo de influencia y poder gubernamental.

Hoy me salta una lagrima en pensar que a Marcelo lo mató la corrupción y la traición y a mi hermano Julio cesar lo relega el olvido y el oportunismo. A ambos les agradezco el haberme formado con consciencia e ideales, justo en esa mi adolescencia necesitada, justo cuando te vas formando para enfrentar la vida de alguna forma. Les agradezco en priorizar la vida, la gente, la dignidad, los sentimientos y NO el dinero, el poder, la patanería y la politiquería.

Felicidades en este Martes 13 de Marzo de buena suerte, porque hubo y hay gente de valores. Gracias hermano. Homenaje en vida.


14 mar 2012

ESTADO PLURICOMEDIANTE

Por Jorge Márquez





Winston Churchill decía que “el humor, es algo muy serio”. Lamentablemente parece que ese consejo no llegó a las altas esferas gubernamentales en Bolivia. Debo admitir que al principio era gracioso escuchar al presidente que la Coca Cola destapaba caños, o lo que mencionó sobre la calvicie: “algo interesante sobre la calvicie, y perdonen los hermanos europeos: la calvicie es una enfermedad en Europa; casi todos son calvos, y es por los alimentos que comen, mientras que en los pueblos indígenas no hay calvos, porque no conocemos esos alimentos. Pueden verme a mí por si acaso.” También era divertido escucharle decir: “en este milenio es más importante defender los derechos de la Madre Tierra que defender los derechos humanos”.

Lamentablemente lo gracioso duró poco, ya que se dió a conocer que si se embaraza tu novia debes huir al cuartel, o unas coplas de carnaval bastante machistas, pero como era carnaval no se cometía ningún delito, solamente se degradaba en broma a las ministras que son parte del gobierno. Ese pequeño acontecimiento demostró que los únicos autorizados para hacer coplas de carnaval eran los que tienen en sus manos la administración del país, ya que cuando Mujeres Creando hicieron coplas en respuesta a la actitud machista del presidente, el viceministro de descolonización Félix Cárdenas al ver que otros también podían hacer bromas publicó un articulo homofóbico y discriminador en El Times de Cochabamba.

Al parecer la Asamblea Constituyente fue un chiste, porque nos reímos de la constitución y de las leyes, en un caso particular la ley contra la discriminación y el racismo es un cuento gracioso ya que aún no procesan a Félix Cárdenas.

Nuestros gobernantes lo toman todo a broma. El canciller, por ejemplo, hizo una gran rutina de stand up en la ONU divirtiendo al mundo con la genialidad de que la papaliza es un sustituto del viagra. O lo último que nos enteramos, el masistrado, digo, magistrado Gualberto Cusi dió a conocer: “en momentos de sueño, cuando tenemos que revisar los expedientes, pijchamos la coca y, en momentos complejos, yo consulto la coca. En un caso de un amparo constitucional, por ejemplo, están las opciones A o B, y se consulta a la coca para ver si vamos a fallar en sentido positivo y negativo. ¡En la coca sale!”.

Tomando en cuenta estos antecedentes, al ser un país que no toma nada, pero absolutamente nada en serio, creo que tenemos la respuesta a las dos preguntas que atormentan a los bolivianos: ¿Por qué ellos son tan ricos? Y ¿Por qué somos tan pobres? Creo conveniente plantearnos otra pregunta ¿algún día cambiara todo esto?

10 mar 2012

CAUSA------>EFECTO

Por Raúl Velasco

Odio tener que admitirlo, pero cuando algo existe, por lógica tiene un principio y un fin, odio la lógica pero no se puede hacer nada contra ella, el mundo no tiene lógica, pero ¿por qué es tan lógico entonces?

La lógica destruye sueños e ilusiones, dilapida la esperanza, lo cual es bueno, te permite vivir en la inofensiva realidad del presente, realidad que muy maldita sea... porque todo lo bueno te hiere por alguna razón absurda, y las razones por lo general son absurdas, y todo lo absurdo es estúpidamente real y legal, y todo es estúpidamente bueno, por lo cual te hiere, entonces por lógica sería estúpidamente malo, pero todo es absurdo y no deja de importunar a la vida.

Y tanto palabrerío para nada, al final todos sabemos que no se obtiene nada, todo

se gana y luego se pierde, es así, sé bien que puede parecer que soy un maldito pesimista, pero comprenda usted que mi corazón es el lado oscuro de mi persona, entonces, tengo derecho a ver el lado oscuro de todo lo bueno. Cualquiera sabe que esto daña, y esa es la mejor parte de ser dañado, que lo sabes con anticipación, y que duele no obstante sabes lo que ocurre; el dolor es focalizado, el sufrimiento es aleatorio y generalizado, y esto ha sido dicho tantas veces que no se si en realidad importe, porque a todos les encanta sufrir, les encanta amar, les encanta el dolor y les encanta vivir; y los que se cansaron de ser amedrentados en esta existencia, ya perecieron víctimas de sus propias ganas de ser felices. La felicidad mata, no podemos cubrirla con nada.

Pasando a los sentimientos prestados... tengo uno que es original y mío... y no se lo prestaré a nadie, ya uno se cansa de volar con alas prestadas, porque un día te piden que las devuelvas (si es que no te las quitan desgraciadamente) y la consecuencia única es caer… Caer mucho y destrozarse en el suelo. Pero... es lindo volar ¿no? es agradable ver la ciudad desde lo alto, reírse de los tarados que están ahí abajo... aunque los tarados se rían de ti cuando estés en el piso por tu inefable caída. Es bonito caer…

Todo tiene una causa, toda causa tiene un efecto, todo comienza y termina, es absurdo, por tanto también es coherente, y la coherencia no es sensata ni inteligente, pero Dios dirá...
4 mar 2012

A QUIÉN CORRESPONDA....

Por Diego Eróstegui


Caminamos como si no tuviéramos futuro y solo vemos una estación que se pudre con el paso del tiempo. El quejido y el llanto de los infieles ha superado ya la voz de mi inconciencia, y eso no puede ser soportado por una persona de exhausta fe como yo. Es por eso que he tomado la decisión, no sé si heroica, no sé si llena de miedo, de sublevarme a un prestigio desolado, el cual más allá de ser inoportuno podría ser considerado como imprudente.

No tengo certeza de cómo poder afrontar la decisión que yo, conciente de mis posibilidades, estoy dispuesto a efectuar. No sé de qué forma podría realizar un acto, que más que poco salvaje es creación del pensamiento y lenguaje errado del ser humano. Me pongo a pensar, será necesaria una carta de bienvenida, de despedida, de agradecimiento, de rechazo, una explicativa, un memorándum, un curriculum o un testamento. Yo la verdad no lo sé. Sé que no debería importarme, que este es un acto para mi, que lo que hago solo me debe afectar como un periodo premórbido, objetivo de alcanzar una paz eterna que sería el silencio de pensamiento. ¡Porque! es que estoy pensando en los modos y maneras de realizar un acto de esta magnitud, de crear una devastación definitiva del tiempo y retener en mi mente las ideaciones que podría generar, ideaciones cuyo único objetivo han sido perderme en el abismo de la religión, en el agujero errado de la angustia y en la apertura de una puerta y un terreno.

Si mi madre pudiera saber lo que estoy haciendo o si Dios entendiera como la resiliencia me ha vencido, sería otro contexto, mi historia pesaría de forma distinta. Las decisiones no partirían del cuerpo y aunque la crítica me combata afirmo que partirían del alma. Con su permiso, me explico: tendría vergüenza de hacer lo que hago o ser lo que siento y por supuesto, seguiría vivo, seguiría trabajando, ayudando, prodigando como todo buen servidor es. Pero, por suerte mía y debo agradecerles desde lo más profundo de mi alma por ello, he sido olvidado, la máscara de la sociedad y la sonrisa de cura desvalido me han permitido enajenarme, ser un objeto y así tomar la decisión de una muerte que más allá de la de un ser vivo pesaría simplemente como un desperdicio.

Así que con su permiso, habiendo acabado mi último acto social, que tras haber pensado un breve tiempo del año he entendido obrar. Me despido atentamente de todos aquellos familiares a mi como persona con esta pequeña carta excusativa, que espero no la tomen a mal o a soberbia, pues es simplemente una incoherencia.

Que tengan un lindo día, Dios los bendiga.

MAITREYA

Por Alejandro Cerff

1. Soledad

Esta ciudad está tan llena de vida, como de muerte. Está inundada de arte y alienación, es tan divertida como aburrida, los días pasan como si todo fuera igual una y otra vez, sin que nada cambie. Es normal escuchar en las noticias que alguien ha muerto acuchillado en la esquina de alguna plaza, que han violado a niñas de 4 años, que un hombre ha matado a su esposa y a sus hijos por desesperación. Todas estas cosas son normales en una ciudad como esta, donde la gente es ligeramente impasible a la mayoría de las cosas. Un paceño se caracteriza por tres cosas: su leve indiferencia a su entorno, su interés neto en las cosas personales, y la envidia que tiene hacia lo material y/o abstracto (sentimientos, amor, amistad, etc.).

Cada día pasa delante de mis ojos casi ídem al día anterior. Hoy en día existe tan poca gente sorprendente y no solo aquí si no en el mundo, es como si nos hubieran puesto unos lentes que nos fuerzan a ver el mundo igual. Cuando digo sorprendente hablo de gente rara, loca, directa, sincera, muy cuidadosa y extremadamente mentirosa. Me llamo Kentaro, soy un chico de estatura media, tez blanca, cabello negro algo ondulado, contextura física normal, uso lentes con muy alto aumento, mis ojos son cafés claros. Mis ojos tenían ese brillo de la curiosidad normal en todos pero lo he perdido ya hace tiempo. Bueno a simple vista podría pasar como un chico normal que es algo tímido, que no habla mucho pero que sabe que decir. Muchos que me llegaron a conocer bien, podrían decir que soy un tipo raro, muy predictivo, divertido, imaginativo, creativo, inteligente, culto, y ellos me llamarían normal porque a los que puedo llamar mis amigos son tan raros como yo. Aunque no hablare ahora sobre mi personalidad, o como yo la veo, o como la ven algunas personas que podrían decir que me quieren.

Una gran verdad es que no me gusta la gente. Para nada. La detesto, pero usualmente no me causa mayor problema convivir con ellos, puedo asimilar su entorno y convertirlo mío, de esa manera sobrellevo todos mis días. Me aburro muy rápido de las cosas y, como habrán podido notar, debería sentirme solo, pero yo no lo veo así, me gusta esta soledad, me siento cómodo en ella. Puedo entrar y salir de ella muy fácil. Algo que jamás he tenido son vicios y creo que jamás los tendré. Me aburro demasiado rápido de las cosas. Para mí cambiar de rutina es así, hacer lo que sea por más de 3 días lo vuelve normal. Por lo que también se puede deducir que no me he enamorado hasta ahora, y lo cierto es que no podría llevar una relación de ese tipo por más de 4 meses, aunque siempre me he preguntado que se sentirá ser amado de verdad, y sinceramente sé que es algo que nunca sabré. No creo que exista alguien que me ame tal como soy. Y analizándolo fríamente eso es bueno y malo: bueno porque no tendré la necesidad de responderle ese sentimiento a nadie y malo porque dicen que el amor te da felicidad y me gustaría probar algo de eso.

Aún ahora mismo, haciendo hora para mis clases de francés, sentado en esta vitrina externa, viendo hacia la esquina Fernando Guachalla y 20 de Octubre, prefiero leer un libro que ver a toda esa gente que la verdad me enferma. Todos tenemos secretos que no podemos contar a nadie, y sí digo todos sin excepción alguna. Y esta es una razón por la que me enferma tanto la gente, porque yo puedo ver un lado de ellos que muy pocas personas pueden, unos lo llamarían aura, otros espíritu, energía y tantas denominaciones que hay para ese “Halo” que cubre el cuerpo de todos. Si los ojos son la ventana del alma, la aura es la esencia de las personas, y en realidad ese esencia es muy difícil de distorsionar pero no imposible, y los hombres de hoy en día se las han arreglado para contaminar casi por completo su esencia, llevando pensamientos, ideas e ideales tan innecesarios.

La mayoría de los que aun podríamos llamar limpios, puros o como ustedes quieran, son esas personas sorprendentes, y aunque no lo crean un asesino pertenece a este grupo de personas, como también un fanático religioso, o un total desinteresado de la realidad, o un genio de las matemáticas, o una persona totalmente sincera, o un loco, y aun en una ciudad tan grande como La Paz las personas de ese tipo son contadas. Pero allí no acaba mi secreto. Al poder ver el aura de los demás podemos entender mejor la nuestra, manipularla y crear cosas con ella porque básicamente es materia que obedece a nuestros estímulos, es tan parte de nosotros que su naturaleza es totalmente compatible con nosotros, dando lugar a distintas naturalezas y comportamiento de la misma.

Pero ahora hablando fríamente ¿De qué me sirve tener esto, si nadie más lo entendería? ¿De qué si no podría mostrárselo o hablarle de esto a alguien sin que piense que estoy loco? La verdad no me sirve de nada, excepto para satisfacer algunos caprichos que tengo. Como dije antes el aura se acopla perfectamente con su usuario, y algo en lo que siempre he sido muy hábil es el dibujo y las manualidades. Curioseando, experimentando y cometiendo errores he descubierto que mi aura me da la capacidad de materializar algunas cosas: un lápiz, una goma, un foco. Obviamente todo tiene un límite, por ejemplo no soy capaz de materializar una computadora máximo podría materializar el case, y eso es porque para poder materializar algo se necesita tener un gran conocimiento y una imaginación sin límites para poder entender completamente la función, la estructura y los procesos de cada cosa a materializar. Y, como dije, eso me va excelentemente a mí pues no tengo sueños, ni ideales, ni nada. Si algo quiero de verdad es poder conocerlo todo y eso simplemente para poder materializarlo todo. Ese es mi simple deseo.

Pero aun no me serviría de nada. No tengo a nadie con quien compartirlo, es como si de verdad este poder no existiera, es simplemente basura. Me arrepiento de haber accedido a tomar este curso de francés con mi hermano, no era nada necesario, pero es más me arrepiento de haber llegado 1 hora antes, y aun perdiendo el tiempo divagando en mi mente, no ha pasado ni 27 minutos. Acabo de revisar mi reloj y solo pasaron 25 minutos, casi le acierto esta vez. Bueno supongo que un paseo se llevara más tiempo y la plaza Avaroa no está lejos. Ese lugar es más cómodo que este, por lo menos podre ver el cielo sin que me miren raro.

Adoro el cielo, desearía ser una nube sin problemas, sin intereses, sin tener que vivir así y solo dejarme llevar por el viento. Me pregunto que se sentirá dejarte llevar y hacerlo todo sin pensar, sin analizar las cosas. Creo que eso también es algo imposible para mí, supongo que nada cambiará en un tiempo, debería ser feliz solo sabiendo eso, pero me es imposible porque no sé que es la felicidad, aunque eso no tenga importancia ahora. De pronto empecé a observar a dos personas que se disponían a pelear, eran altos de pelo rubio, uno lo llevaba corto y el otro largo discutían amenamente, y me entretuve mucho observando aquella escena. Para cualquiera de los dos no existía el entorno a su alrededor, eran su puño y el puño del otro. Viendo más detalladamente, ellos eran el tipo de personas que yo llamaría sorprendentes, uno llevaba un aura de color azul intenso como el mar, y el otro de un rojo sangre, ambas brillaban a la luz del sol del atardecer ¡Qué escena más especial! Decidí quedarme allí, aun sabiendo que llegaría algo tarde a mis clases. Se notaba que ellos eran totalmente opuestos, y me acerque un poco más, mi teoría era que eran hermanos pero era más que eso, ellos eran gemelos y, de la nada, sentí como si un rayo me penetrara desde los pies hasta la punta de mi cabeza, no lo podía creer ellos sabían manipular su aura, y estaban empezando a usar sus habilidades. De pronto un árbol golpeó al de pelo corto y este mismo uso parte del piso para liberarse y contraatacar, la situación se tornaba peligrosa y decidí que era mejor que interviniera, así que simplemente hice que mi aura se moviera como una bandera flameando para llamar su atención, apenas la vieron y salieron corriendo, mirándome de una manera como nadie lo había hecho jamás. Me quedé seco ahí mismo, no sabía si ir tras ellos o quedarme como si no hubiera pasado nada. Opté por ir a mi clase, muy pensativo y feliz de haber visto a tales personas con tal experiencia, fue fantástico. Siendo sincero nada más me importaba en ese momento, pero ese mi sentimiento duró poco. Apenas cruce el portal del curso y no pude apartar mi vista de esa chica. Ella desbordaba un aura tan perfecta que no tengo palabras para explicarlo. Ella era ese tipo de personas en las que ya no creía, era algo más que sorprendente. Su aura se movía con tanta gracia y, por primera vez, podía llamar a alguien hermosa. Estaba tan perplejo que ni alcance a decir hola. Es la primera vez que siento que quiero acercarme a alguien, que quiero que forme parte de mí, y que quiero formar parte de ella. Si esto es amor, estoy enamorado y si no lo es, ojala sea felicidad, se siente tan bien. Ese mismo día me propuse a averiguar su nombre, y puedo decir que aunque me sentía solo, ella es la primera que no me hace sentirme solo.

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